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LÍMITES SANOS

  • gloriatolisano
  • hace 6 días
  • 1 Min. de lectura

“¡Si yo no lo hago, nadie lo va a hacer!” ¿Te suena familiar? Tu vida está llena de cosas; ¡demasiado llena! Tienes que llevar una carga enorme y nadie más parece estar dispuesto a colaborar. Eres capaz y tienes mucho que ofrecer, pero ¿por

qué a veces te sientes incapaz? No puedes identificarlo, pero sientes como que algo se ha roto. Es como si todo y todos controlaran lo que haces, cuándo lo haces y cómo lo haces, en lugar de ser al revés. No necesariamente quieres tener el control de todo, pero te gustaría tener algo de control sobre tu propia vida; sin embargo, no sabes por dónde empezar.

 

María es un ejemplo. Aunque no quisiera que fuera así, María se siente un poco deprimida y decepcionada. Al participar de un taller, María descubre que tiene compañía: son muchos quienes también tratan de hacer que cada Navidad sea perfecta, haciéndose de los sentimientos de todos. Y, en el proceso, se agotan y deprimen. Después de la Navidad, es común que las mujeres se sientan decaídas o tristes.

 

María compara su decaimiento posterior a la Navidad con la forma en que se sintió después de la cena del 50 aniversario de bodas de sus padres. Como sus hermanos no estaban muy interesados, María hizo todos los arreglos y organizó el evento. Aunque sabía que sus hermanos no estaban jugando limpio, no dijo nada y se puso manos a la obra. Después de todo, se decía, ¡si yo no lo hago, nadie lo va a hacer!

 

Al darse cuenta de que en ese taller estaba en un lugar seguro, María se anima a decir: “Ya estoy pensando en el año nuevo y todas las responsabilidades que tengo en el trabajo, la escuela secundaria, el centro comunitario, el banco de alimentos

… Ahora que he aumentado mis horas en el trabajo para que podamos ahorrar para la universidad de los niños, desearía no haberme comprometido con tantas cosas. ¿Cómo voy a hacer para cumplir con todo lo que prometí? Todos dependen de mí. El voluntariado solía ser divertido y me encantaba poder ayudar; pero ahora es más como un trabajo”.

 

María se siente desalentada, golpeada y agotada. Y también se siente usada.

 

Otros en el grupo parecen estar de acuerdo. Camila interviene: “¿Y cómo es que todos creen que pueden llamarme con sus ‘emergencias’ esperando que los rescate? La mayoría de mis amigas piensan que soy capaz de solucionar cualquier problema que tengan. Y en realidad tienen razón: simplemente no sé cómo decir que ‘no’ a nadie, y ellas lo saben. Amo a mis amigas y trato de ser una buena amiga para ellas, pero no estoy segura de que siempre sean buenas amigas para mí.

¿Qué sucedería si un día dijera: ‘Hoy estoy demasiado cansada; vas a tener que encontrar a otra persona que te ayude’?

¡Apuesto a que se iban a enojar!”

 

Entonces Camila sopesa las consecuencias negativas imaginarias de cuidarse y decide que, para no molestar a los demás y arriesgar sus amistades, seguirá haciendo lo que siempre ha hecho. ¡Poco sabe que al enojarse en silencio, así como al negarse a reconocer sus limitaciones, está poniendo a sus amistades en un peligro peor!



Fragmento extraído del folleto "LÍMITES SANOS"

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