Satisfacer las necesidades o exigencias de otros, de nuestros familiares y hasta las nuestras propias nos someten a gran presión, y el hecho de no llegar a cumplir con las expectativas o sentir que defraudamos a los que esperaban algo de nosotros nos hace cargar con el sentimiento de culpa.
La culpa es un sentimiento difuso, que nace de la transgresión de una ley, norma o mandato, que puede estar escrita o no, como por ejemplo, sentir culpa por no respetar el mandato paterno de ejercer determinada profesión. En ocasiones la culpa tiene raíz en la niñez, cuando la crianza es extremadamente estricta y las exigencias son muchas, cuando las actitudes son perfeccionistas y las frases son amenazantes.
Ante estas situaciones generamos culpa, es parte de nuestra vida, puede ser buena o mala según el tipo de persona que seamos, por lo que es importante identificar y comprender los sentimientos de culpa, para saber de qué forma proceder.
Para ello debemos tener en claro dos requisitos, el primero, es aceptar la existencia de la culpa, y el segundo, tener la voluntad de solucionar. Tenemos que admitir que el sentimiento de culpa es inevitable, pero podemos aprender a lidiar con ella, minimizando las consecuencias.
Una mentalidad culposa maximiza las situaciones erróneas, confunde ideas y emociones, entorpeciendo la toma de decisiones y exagerando la dimensión de lo que sucede.
Dios quiere que vayamos con nuestra culpa hacia él, para el poder darnos su perdón, todos pasamos por situaciones muy dolorosas que no llegamos a comprender, sin embargo Dios está dispuesto a ayudarnos, aceptar las situaciones que nos tocan vivir y confiar en Dios, no hace que el dolor cese automáticamente pero, sí que no nos consuma o paralice.
Tener presente que decir NO en algunas ocasiones, nos permite decir SI desde el corazón y no por compromiso. La realidad la cambiamos cuando estamos dispuestos a reconocer nuestros errores.
Entender que todos somos pecadores y por ende culpables ante Dios, nadie puede presentarse ante él creyendo merecer su perdón, sin embargo, la Biblia nos muestra que Dios nos ama, nos ofrece su perdón.
La culpa es destructiva, atenta a la felicidad y el bienestar, crea caos espiritual y emocional, nos aleja de entregar nuestro potencial en las exigencias que nos demanda la vida.
Es necesario superar los sentimientos de culpa para alcanzar la felicidad y mantenernos humildes, En este folleto se amplía el mecanismo para lidiar con la culpa, asumir que nos sentimos culpables ante alguna situación es el primer paso, para poder canalizar la situación, sin dejarnos alejar de nuestra espiritualidad.
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