Tanto jóvenes como adultos, pueden carecer de las habilidades necesarias para afrontar los problemas y las crisis de la vida, así como también carecer de afecto, y un propósito por el cual vivir o atravesar alguna situación que les quite las ganas de vivir.
Entonces un hecho o una situación difícil puede detonar en ellos una depresión profunda que les hace sentir que su vida ya no tiene sentido. Pero no es este hecho el culpable de la situación. Hubo muchos otros factores acumulados durante años que contribuyeron a que suceda esto. En estos negros momentos, algunas personas llegan al límite de su resistencia y lucubran maneras de quitarse la vida. Algunos llegan al intento y hasta la concreción. Otros, afortunadamente, se detienen unos momentos antes.
Perder las ganas de vivir es una muestra de que no se han reconocido ni enfrentado los problemas de una manera apropiada. Si esto ocurre es necesario crecer en la autoestima, la fe, y descubrir el significado y propósito de la vida; así como también adquirir las habilidades para sobreponerse a las dificultades y desilusiones.
Parte de la respuesta al problema de no tener ganas de vivir se encuentra en una estructura sólida de valores: la fe en Dios y en uno mismo. Cuando las personas tienen bases espirituales y emocionales estables, estarán mejor equipadas para sobrellevar las adversidades. Aunque a menudo se hace muy difícil, siempre es mejor vivir. Dios, el creador y sustentador de toda vida promete darnos fuerzas y sabiduría para superar las pruebas.
Este folleto ha sido escrito para ayudar a mantener un espíritu optimista y esperanzado ante la vida, y para que aprendamos a ser sensibles hacia aquellas personas que sufren el peso de sus problemas con desesperación y ansiedad.
Material extraído del folleto "Siempre es mejor VIVIR ".
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